sábado, 6 de julio de 2013

La necesidad de pertenencia en la novela rusa 'Los hermanos Karamásovi'





Dentro de la novela rusa “Los hermanos Karamásovi”, Fiódor Dostoyevski introduce una alegoría que había escrito incluso antes de cualquier capítulo de la novela. Se trata del capítulo titulado “El gran inquisidor”, al que le precede, cual tipo introducción a la temática, el capítulo “Rebeldía.” Dostoyevski nos presenta la escena en que dos de los hermanos – Alioscha, noble seminarista, e Iván Karamásovi, agnóstico empedernido – entablan un diálogo sobre la existencia y no existencia de Dios. Por lo que se evoca constantemente a la famosa frase que bien podría ser el eslogan de todo la novela: “Sin Dios todo está permitido”. Sin embrago, tras una discusión, en la que se involucra como principal punto el sufrimiento de los niños en el mundo, Iván se propone explicarle a Alioscha la alegoría del gran inquisidor, el que, según el mismo, era un poema de su mocedad primeriza. 


La alegoría narra una cierta visita de Jesucristo al mundo, en el que comienza a hacer milagros a todo individuo que se lo pida y necesite. No obstante, el gran inquisidor nonagenario, al ver que ha realizado varios milagros, ordena que lo prendan y que lo lleven al calabozo, en el que posteriormente entablarán una larga plática la cual terminará con un beso en silencio de Jesucristo al gran inquisidor.

¿Qué le dice el inquisidor a Jesucristo, persona por la que ha dedicado su vida?, ¿qué le diría todo seminarista o monje, o religioso, a su salvador? El argumento de Dostoyevski intenta sobre todo destacar la necesidad de las personas a pertenecer a instituciones religiosas, y criticar el catolicismo de su tiempo, defendido sobre todo al santo Jesucristo en palabras de agnóstico Iván - ¡Paradoja!-


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