Heráclito: fuego y cambio.

Heráclito el oscuro es el pensador presocrático con una relevancia filosófica importante. Este filósofo acostumbraba hacer sus escritos sobre tablillas de oro que depositaba en una caja fuerte situada en un templo, ordenando que aquello se hiciera público hasta su muerte. Sus escritos están en forma de fragmentos y suelen ser muy oscuros, sin embargo, es en virtud de esto lo que lo vuelve interesante para tratar.
 
Como había sido la tendencia de los filósofos presocráticos, Heráclito buscaba fundamentar su filosofía en un principio que le diera salida a todas las cosas que hay en el mundo. En su caso particular propone el fuego como arjé, esto es, aquello del que todo se deriva. No obstante, es difícil constatar si es el fuego una metáfora para representar el cambio constante que existe en el mundo o en verdad es el fuego donde, literalmente, todo inicia.
 
Para Heráclito: “Todo cambia perennemente, de modo que puede muy bien decirse que nunca nos bañamos dos veces en el mismo río. Cada cosa es y no es al mismo tiempo. El universo enero está sometido a un eterno fluir y la vida implica contradicción, agonía y guerra. Nosotros mismos somos y no somos, porque existir, vivir, significa transformarse; es decir, cambiar la propia condición actual por otra. Toda cosa está sujeta al tiempo y a transformaciones infinitas: nada hay en el mundo que sea verdaderamente estático y lo que parece detenido o constante es en realidad mudable, como el agua del río. En resumen: el ser de las cosas es su devenir”.

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